El amor es una energía. No tiene nada que ver con chicos y chicas enamorándose ni con cenas a la luz de las velas. Eso no es lo que yo llamaría amor, yo lo llamaría una enfermedad. 

P: ¿Una enfermedad? Me gustaría que me dijeras algo más sobre esto.

JD: Durante siglos hemos sido condicionados para creer que la verdadera felicidad llegará cuando encontremos a alguien que nos ame.

          Gastamos mucha energía buscando a esa persona y, cuando la encontramos, establecemos una relación amorosa. Intentamos hacer unas cuantas cosas juntos y si todo parece ir bien, firmamos un contrato; este contrato se llama matrimonio.

           Seguramente, no va a funcionar porque nadie puede darte amor. Puedes jugar con el otro e incluso puedes acceder a tu propio amor. Si se trata de una relación armoniosa y muy bien equilibrada, tal vez ambos podéis vivir juntos con amor .

          Este amor es en realidad tu propio amor y si crees que viene de la otra persona, ¿qué sucederá cuando esa misma persona decida pasar la noche con un amigo o una amiga? Lo que pasará es que te pondrás celoso y las cosas se estropearán.

       Porque, por supuesto, el que la persona que te da amor, que te hace sentir satisfecho, feliz y en paz, pueda quizá irse con otro o con otra, es un gran shock para tu sistema. No creo que ese sea el camino a seguir si es que quieres acceder al amor real. El camino a seguir está dentro de ti. 

P: Veo que ofreces una práctica silenciosa; nadie habla. ¿Cuál es la idea y cómo ayuda esto a las personas?

JD: Al silenciar la mente, te experimentas a ti mismo como parte de la unidad, te sientes parte de un campo de energía más grande, podría decirse de un campo de amor más grande.