P: ¿Cuál es el auténtico Vichara – pregunta a mí mismo ¿Quién soy? cada vez que surge un pensamiento o investigando agudamente el problema de ¿Quién soy?
B: Lo segundo. Si quieres deshacerte de un árbol venenoso, ¿le cortas las hojas una a una? ¿De qué sirve tal método? En el tiempo que tardas en cortar una hoja, habrían brotado del árbol vicioso hojas multitudinarias en número y múltiples en variedad. En lugar de eso, ¡ataca directamente la raíz venenosa de la ilusión, es decir, el ahamvritti!

P: Pero he oído decir entre los devotos de Bhagavân que Vichara, según Bhagavân, puede compararse a una mangosta anciana que espera a que una serpiente salga de un hormiguero desechado que esta última utiliza casualmente como lugar de residencia.
B: Sí. La espada puede utilizarse tanto para rebanar como para apuñalar. En la fase preliminar de la sadhana, cuando los pensamientos se precipitan furiosamente uno tras otro, Vichara se utiliza como herramienta para ir devolviendo la mente a su estado nativo de Conciencia Subjetiva pura libre de pensamientos. Debe practicarse siempre que se descubra que la mente se ha alejado de este estado natural. Sin embargo, también existe la etapa posterior, en la que los pensamientos han remitido en gran medida. Ahora, la investigación ¿Quién soy yo? se utiliza para buscar la mente con la mente. Utiliza la mente para escrutar de cerca qué es el “yo”. En lugar de crear algo llamado “yo” y luego observarlo para cumplir la instrucción de escrutar atentamente al “yo”, busca al “yo”, sea lo que sea y exista o no, sin albergar nociones sobre su existencia o inexistencia.

P: Intento seguir las instrucciones de Bhagavân. Pero mi vasanas resultar un obstáculo. ¿Qué puedo hacer?
B: No te preocupes por los obstáculos. Sigue adelante. No te sientes ni te detengas para lamentarte o quejarte, sino sigue adelante. Lo único importante es seguir adelante. Si intentas hacer balance de los progresos que te quedan por hacer, te sentirás alarmado y entonces tendrías que seguir avanzando se vuelven imposibles. Por tanto, no te detengas nunca, sino sigue escalando. Un día alcanzarás la cima, o mejor dicho, te darás cuenta de que nunca la abandonaste. Hasta entonces, escala sin descanso y sin cesar. No te preocupes por los obstáculos, el progreso y cosas por el estilo. Simple y llanamente, sigue escalando.